Astral London, 2017




Fruto de nuestros paseos londinenses, Sonia y yo realizamos hace algunos años un proyecto basado en explorar la navegación astronómica para desplazarnos por la ciudad. Cansados de la recurrente ayuda que nos ofrecía Google Maps, procedimos a desinstalar esta aplicación y sustituirla por otra pensada para observar el cielo nocturno e identificar constelaciones, planetas y otros cuerpos celestes. De alguna manera, aspirábamos a experimentar una navegación próxima a la que  hicieran servir en la antigüedad utilizando la bóveda celeste como única superficie cartográfica. Inventábamos así un juego con el que distraer las tardes de verano y los aburridos y largos trayectos de metro. De alguna manera, nuestra navegación no era tanto una forma de encontrarnos en la ciudad sino de extraviarnos en ella. Una forma de experimentar el alejamiento y el acercamiento en torno a las estrellas.











Sobre Astral London Sonia dice que lo primero que te asalta en la ciudad contemporánea es la duda, o mejor dicho la sospecha de que algo está sucediendo y tú no te estás enterando. Alguien, ellos, los otros, se lo están pasando bien y a ti, outsider tímido, pueblerino trémulo, tan solo te es permitido verlos en su tránsito, en sus idas y venidas de lugares que desconoces. Visto en perspectiva, creo que la pieza responde de alguna manera a ese sentimiento. A la aceptación de no tener un destino, sino el tránsito como único divertimento. Hay que entender que esta es una pieza naif; básicamente tomamos una tecnología hecha para una cosa y la usamos para otra, como un juego contra la desazón de la alienación contemporánea.