sin nombrar las llamas


suspendidos en un tiempo que no espera
porque se entrega a la eternidad,
caímos:
caída del presente sobre nuestros cuerpos
temblor que se detiene y que
una mañana, dulcemente,
recordaste para mí como se acude
a una antigua piedra para rendir culto.
templo esa piedra
que se divisa azul 
pura luz en la piel
ante la pasividad
de otras bestias cuadrúpedas detenidas en el mañana.
abandonados los ojos 
se juntan nuestros rostros.