volutas bajo la lengua
¿cómo puede dejar rastro
lo que no ha sido volcado?
en los jardines, en los caminos, en los
patios acariciados...
conviene echar el agua al cielo,
las briznas a tientas,
los sismos que huelen a las horas más dulces
—quiero decir, tu saliva, tu piel—
arena que al viento diluye
en la medida
inaccesible
que no deja tocarte.